Hace rato que quería escribir sobre el ejemplo que somos para nuestros hijos, pero me faltaban las palabras para poderlo mostrar desde mi experiencia personal.
Además, quería que fuese un post, que aunque seas o no mamá, puedas relacionarte. Al fin y al cabo somos el ejemplo de los niños que están en nuestras vidas.
Supe lo que quería escribir cuando la mamá de una de mis mejores amigas me preguntó si entendía ahora todo lo que nuestras madres habían hecho por nosotras. Hoy con el corazón lleno de orgullo, pensé que la respuesta tendría que ser publicada en mi blog. Quiero compartirles el gran ejemplo que fue, es y seguirá siendo mi mamá para mi y el ejemplo que me gustaría llegar a ser para mis hijas.
La historia de mi mamá es mas complicada que la de una mamá o una abuela normal. Es una historia de orgullo desde el punto de vista mío como hija, pero también, es una historia de mucha perseverancia y amor por la vida.
Mi mamá, además de ser una mujer muy activa cuando yo estaba chiquita, estuvo siempre muy presente en mi vida, se involucraba en todo lo relacionado con mi colegio y con mis amigos. Creo honestamente que tuve una súper mamá, y que ha sido para mi el ejemplo de mamá que quiero y trato de ser todos los días para mis hijas. Pero esta historia no es de cuando yo estaba “chiquita”, sino de cuando cumplí 20 años y mi vida, como la había conocido hasta entonces, cambió para siempre.
El 6 de enero del 2003, recibí una llamada que cambio mi vida. “Paula tu mamá sufrió un derrame cerebral grave y esta muy delicada en la clínica”, me acuerdo que dejé de sentir los pies, me caí en la mitad del pasillo de la Universidad y lloré por varias horas seguidas. Sin saber ni entender realmente la magnitud de lo que había pasado, agarré 3 mudas de ropa y arranque en un avión para Colombia.
Al llegar a Medellín con los ojos hinchados y el corazón roto, me encontré que ese famoso derrame cerebral me dejó una mamá a medias. Una mamá con la mitad de su cuerpo paralizado y lo más grave, o difícil, fue que me dejo una mamá que perdió el habla. Desde ese momento no sé lo que es tener una conversación con ella, oír un consejo suyo, una palabra de aliento, o uno de sus regaños, que sin saberlo, ahora me hacen tanta falta
Sin embargo, ese mismo derrame, me regaló el ejemplo más grande de mi vida, pues desde hace ya 12 años mi mamá no deja de sorprenderme y enseñarme lo que es el amor por la vida. Esa mamá a medias aprendió a caminar con su piernita tiesa, a cepillarse su pelo, maquillarse hermosa y vestirse lindo con la mano que le quedo buena. Esa mamá superó las expectativas de los médicos y aprendió a tararear las canciones que más le gustan, a bailar, a arreglar su casa como si nunca hubiese tenido nada, y lo mejor, a jugar con sus 3 nietas.
Ella pasó de ser la Margarita que todos conocíamos a ser “Nini”, pues es lo que sabe decir con sus pocas palabras. Y esa “Nini”, como la llamamos ahora, cortesía de su nieta mayor, es un ejemplo enorme para mi y mis hijas.
A pesar de que perdió gran parte de su salud, su cuerpo y su habla, mi mamá no ha dejado de vivir y disfrutar la vida desde ese 6 de enero. Ella me ha enseñado que Dios no nos pone en el camino algo que no podemos soportar y que por más dura que sea la vida, siempre hay más razones para sonreír que para llorar. Por esto y mucho más ella es mi ejemplo a seguir, no solo como mamá, sino como mujer y ser humano.
Así que cuando pienso en el ejemplo que quiero dar a mis chiquitas, siempre tengo en cuenta que me gusta ser una mamá positiva. Quiero que mis hijas crezcan y vean en mi una mujer que a pesar de las situaciones difíciles de la vida, siempre trata de poner una cara positiva ante los momentos difíciles. Quiero ser una mamá presente, con la que puedan compartir momentos de alegría y disfrutar las cosas sencillas de la vida. Quiero ser una mamá que con “verraquera” les ayude a enfrentar los retos de la vida, pero que al final siempre sepan que todo pasa para enseñarnos grandes lecciones.
Y cierro este post tan personal, invitándolas a todas a que siempre vean el lado positivo de la vida. Estamos aquí para disfrutarla, y como mamás, tenemos la oportunidad de volver a revivir historias en los ojos de nuestros niños. Es el momento perfecto para sacarle el mayor provecho a la vida y a cada momento. Démosle a nuestros hijos el ejemplo de las personas que queremos que ellos sean, recordemos que ellos son nuestro espejo.